martes, 9 de agosto de 2016

Agua en el desierto


Agua en el desierto
(O… como te protegeremos)

Ya tienes cinco meses. Y ya te ríes. Casi a carcajadas y a mi el corazón se me acelera como si tu risa me marcara los latidos. Como si en tu respiración llevaras la mía y en lugar de haberte dado yo a ti vida, me la dieras tú a mí.

Esta carta no es sólo para ti esta vez.

Vas a compartirla con tu otra mitad; la otra parte de ti. Tu mamá.

Pero no merece solo una carta compartida, sino varias sólo para ella. Por esa paciencia infinita y por ese cariño inagotable. Pero principalmente para que en esos días en los que de repente te das cuenta que todo se mantiene vivo gracias a ella, tengas algún modo de agradecérselo y que no sea con palabras habladas que siempre se olvidan, sino escritas.

Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Iba vestida de negro y rosa. No sé por qué, la primera vez que la tuve cerca, me dio la sensación de que tenía los ojos verdes. Desde la primera hasta la segunda vez que la vi, tuve la imagen de sus ojos (verdes) en la cabeza grabada.

Me empezó a enseñar cosas desde que nos conocimos. Ha conseguido hacer de mi un persona mejor: me ha enseñado a ser lo más sociable posible, a relacionarme con todo el mundo. Hazlo, si cuando leas esto, te cuesta hablar con todas las personas que te rodean, cámbialo, porque vas a encontrar un camino enorme delante de tus pies. Tu madre me ha enseñado a no juzgar a la gente por lo que hacen y sobre todo si lo hacen de forma distinta a como yo lo haría. No todo el mundo piensa igual ni todo el mundo actúa de la misma manera.

Tu madre ha sabido encontrar el equilibrio para darme un empujón en esas etapas de la vida en las que la autoestima está a la altura del tobillo para que poco a poco me sintiera lo más pleno posible y también en los días en los que me iba a comer el mundo, pararme los pies para no caer en la tentación de creerme por un momento que el mundo es comestible. No lo es.

Tu madre me ha enseñado a valorar la familia como una parte imprescindible de nuestra vida; al fin y al cabo la familia siempre está cuando la necesitas. Nosotros siempre te vamos a proteger.

Te vas a dar cuenta cuando pasen los años y vayas viviendo momentos malos (ten en cuenta que momentos malos los hay de mucha índole, sobre todo dependiendo de la edad que tengas), que por algún tipo de magia o simplemente, por instinto de supervivencia o protección, nosotros seremos quienes te cuidemos.

Nosotros siempre vamos a estar contigo para protegerte.

Protegerte, no salvarte. Te protegeremos de las cosas que te hagan daño y no sepas como pararlas o de las situaciones que te hagan sentir infeliz y sólo necesites que te mostremos la salida. De tus problemas, te salvarás tu sola. Siempre vivirás momentos en los que te sentirás perdida en el desierto sin saber hacia dónde ir.

Arena, arena y más arena. Problemas, problemas y más problemas. La vida en general es muy bonita, pero el día a día es tan complicado… Sólo hay que saber encontrar la salida. Sólo hay que saber encontrar el agua en el desierto.

Tu madre te enseñará salidas más serenas de las que yo te podré enseñar, al menos a día de hoy. Yo soy más vehemente y quizás, pienso después de haber hablado y de haber intentado buscar una solución tajante sin medir ni las consecuencias ni las posibilidades de llevarla a cabo.

Ten en cuenta, que querer hacer algo no es necesariamente poder… A veces no tener posibilidades reales de hacer algo, nos frustra porque no nos damos cuenta de que no podemos. No poder hacer algo no significa que fracases: sólo habrás fracasado cuando teniendo todas las posibilidades, hayas dejado de intentarlo. Que no se te olvide. Esto te va a llevar años entenderlo.

Tu madre esto lo entiende muy bien. De hecho, yo lo he aprendido de ella. No hace muchos días, me lo volvió a explicar con la ternura de siempre para calmar esa ansia de querer tenerlo todo y tenerlo ahora. Hoy. Creo que alguna vez te lo he dicho ya.
Será increíblemente mejor que fracases en algo que te gusta a que triunfes con algo que no te haga feliz.

Tu madre, y sí, soy muy pesado, entiende esto y otras muchas cosas que seguramente, cuando estés leyendo esto, te habrás dado cuenta. Ella siempre tiene algo dulce que decir aunque no pueda más.

Yo, sin embargo hago mucho más uso del silencio. Y no me ha pasado ni una, ni dos, ni tres veces que me he quedado sin palabras cuando he querido decir lo que siento cada vez que te cojo en brazos y apoyas la cabeza en mi hombro y siento como me respiras en el cuello. No porque no quiera hablar, sino porque no puedo.

No puedo hablar por esa inexplicable sensación de estar en un mundo paralelo al real donde no pasa el tiempo y voy a poder congelar el instante en el que me miras y empiezas a sonreír cerrando los ojos. Ese instante, en el que el amor se hace realidad.

Amor de tu aliento puro y limpio. Del olor al acercarme a tu boca y que compartamos el mismo aire, apretarte las manos y sentir en lo más profundo de mi que eres, no sólo mía, sino un trozo de mi. Y eso es digno de la mejor de las poesías.

Entender la vida ahora sin que estuvieras, además de imposible sería un error, porque la vida es otra vida desde que vives con nosotros; hablar con los ojos es la mejor forma de comunicación entre un padre y su hija pequeña. No hablamos no sólo porque tu no aún no sepas, no hablamos porque las palabras no hacen falta cuando la conversación está entre tus pupilas y las mías.

Nos entendemos por que tu tienes necesidades y porque yo tengo mucho amor para atenderlas.

Habla, habla mucho y con mucha gente. Que sepas comunicarte te abrirá los ojos para ver soluciones que tenías delante y que no conseguías entender y tan sólo estaban a un paso de ti.

Habla con todo la gente que puedas porque en sus palabras encontrarás la inspiración y motivación que necesites para llevar a cabo tus proyectos.

Habla incluso con quien creas que no te va a decir nada útil, porque cualquier palabra o frase, por muy corta que sea, puede desatar en ti una tormenta de ideas que te lleven al sitio donde quieres estar. Nunca se sabe.

Pero de todas formas, como soy tu padre y siempre voy a protegerte, si por un casual no sabes cómo resolver un problema, yo lo haré por ti. Y tu madre nos guiará.

El día que necesites nuestra ayuda porque solo veas dunas a tu alrededor, yo cruzaré el desierto por ti y tu madre sabrá donde encontrar el agua.

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